lunes, 16 de enero de 2012

LA ALIMENTACION ( II )


 ALIMENTACIÓN HASTA LOS 6 MESES

LACTANCIA MATERNA O FÓRMULA DE INICIO
La leche humana es el alimento óptimo para la alimentación del bebé, por su composición bioquímica y biológica inigualable, por sus propiedades nutritivas, y por su importancia en el desarrollo de diversas funciones biológicas en el niño y la niña, tales como la digestiva, inmunológica, neurológica, intelectual, etc. Además favorece de forma especial el vínculo materno- infantil.
Existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es beneficiosa para las niñas y los niños, para las madres y para la sociedad en conjunto, en todos los países del mundo, porque:

PROTEGE A NIÑOS Y NIÑAS FRENTE A ENFERMEDADES PRESENTES Y FUTURAS.
AYUDA A LA RECUPERACIÓN DE LAS MADRES DESPUÉS DEL PARTO, Y LAS PROTEGE
DE ENFERMEDADES FUTURAS.
ES ECOLÓGICA, HIGIENICA Y ECONOMICA.

Por todas estas razones, se recomienda la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de la vida del niño o la niña y continuar el amamantamiento junto con las comidas complementarias adecuadas, hasta los dos años de edad como mínimo y hasta que la madre y su hija o hijo quieran.

La puesta al pecho se iniciará lo más pronto posible, cuando las condiciones de la madre y el hijo o hija lo permitan. Lo ideal es que sea en la primera hora posterior al parto.
La alimentación al pecho debe ser a demanda, para permitir la autorregulación entre las necesidades del bebé y la producción de leche en el pecho materno. Conviene asegurarse que en los primeros 40 días se realicen como mínimo 8 tomas o más.
El bebé que es amamantado según su demanda no necesita tomar ningún otro líquido. Ni agua (salvo en caso de fiebre alta o diarrea intensa), ni zumos, ni infusiones. Ni tan siquiera en épocas de calor. La leche materna aporta cantidades equilibradas de agua y solutos en cualquier condición climática.
Es recomendable que la madre durante este periodo no consuma sustancias tóxicas, tales como alcohol en cantidades excesivas (más de una copa de vino o un vaso de cerveza al día) y drogas. En el caso del tabaco, si la madre no puede dejar de fumar, la leche materna sigue siendo la mejor opción para alimentar al bebé, si bien no se debe fumar dentro de la habitación en que está el bebé.
La mayoría de los fármacos son compatibles con la lactancia. En cualquier caso, se debe consultar con el médico.
La alimentación de la madre que amamanta debe ser variada, equilibrada y nutritiva, al igual que para el resto de la población. Incluso si la dieta no es totalmente equilibrada, la leche materna sigue siendo la mejor opción para el bebé.


El principal determinante de la producción de leche es la succión del bebé.
Por eso hay que permitir que la lactancia sea a demanda: tantas veces como el niño o niña quiera, y con tomas que duren todo lo que él o ella desee.
La composición de la leche materna es cambiante, adaptándose a las necesidades del bebé.
En todo momento mantiene sus propiedades nutritivas, tanto tiempo como dure la lactancia.
Para conseguir la iniciación de una buena alimentación natural, la lactancia materna debe ser un acto  deseado por la madre. Los problemas que a veces aparecen al inicio (dolor, grietas, llanto del bebe, …)  suelen tener solución en poco tiempo, lo que permite que la lactancia sea muy gratificante para la madre y el niño o niña.
Cuando no se opte por la lactancia materna las fórmulas artificiales adecuadas para estos primeros meses son las llamadas de inicio, y como guía sobre las cantidades y tomas a ofrecer en este periodo puede servir las siguientes:

1 mes : 7-8 tomas de 60-90 cc.
1-2 meses: 7-8 tomas de 90-120 cc .
2-3 meses: 6-7 de 120-150 cc.
3-4 meses: 6-7 tomas de 150-180 cc.
4-5 meses: 5-6 tomas de 180-210 cc.
5-6 meses: 5 tomas de 210-250 cc.

Estas cantidades son orientativas. Hay que permitir que cada bebé tome la cantidad que necesite, sin forzarle a que acabe los biberones, y permitiéndole que coma cada vez que lo pida, aunque no sea “la hora”.


El biberón se preparará con las condiciones de asepsia adecuadas (manos y utensilios bien limpios). Por cada 30 c.c. de agua se añadirá un cacito raso y sin comprimir de fórmula .
Para la preparación de los biberones se puede utilizar el agua potable de la red pública, ya que gracias a los controles sanitarios, se garantiza su seguridad. Cuando no sea posible, se aconseja utilizar la de uso habitual de la familia, evitando el consumo de aguas con alto contenido mineral. En niños y niñas menores de 6-8 meses es recomendable hervir el agua, para mayor garantía, pero sólo durante uno o dos minutos, para que no se concentren los minerales.
Se debe medir el agua en el biberón antes de añadir la leche en polvo. Luego se agita para disolver el producto y homogenizar la temperatura.
La tetina no debe tener orificio demasiado pequeño para evitar que el niño o niña tenga que realizar mucho esfuerzo para la extracción de leche y termine cansándose, ni tampoco demasiado grande que pueda provocar atragantamiento.
Se deberá comprobar la temperatura de la fórmula antes de dar la toma, vertiendo unas gotas en el antebrazo.
Hacia la mitad y al final de la toma, conviene incorporar al bebé unos pocos minutos para favorecerle el eructo. Pero si no eructa no hace falta insistir.
Si los biberones están correctamente preparados, los niños y niñas alimentados con fórmulas artificiales tampoco necesitan tomar agua.


ATENCIÓN: La alimentación del bebé no consiste sólo en ofrecer los alimentos necesarios para conseguir un óptimo estado nutricional, sino que además es una oportunidad para proporcionar otro tipo de estímulos muy importantes para su desarrollo y maduración.
Tanto si el bebé toma el pecho como si es alimentado con biberón, conviene sujetarle cerca del cuerpo, en postura cómoda tanto para la persona que cuida como para el niño o niña. Así se sentirá seguro.
Conviene sostener al bebé de forma que pueda mirar a la cara de quien le alimenta.
Cuando el bebé deja de mamar del pecho o de succionar el biberón, es la señal de que ya está saciado o de que necesita descansar.
MENORES AMAMANTADOS QUE ASISTEN A CENTROS DE ATENCIÓN SOCIOEDUCATIVA
Aún en el caso de que un niño o niña amamantado tenga que separarse de su madre por unas horas al día es posible seguir manteniendo la lactancia materna. Dependerá de la edad del niño o niña y de cuanto tiempo pase en el centro.
Hay varias maneras de proporcionar la leche materna a estos niños y niñas:
Si a la madre le es posible, ella misma puede venir a amamantar al niño o niña al centro tantas veces como quiera o pueda.


La madre puede dejar leche extraída, que la persona que cuida dará a la niña o niño cuando éste dé señales de tener hambre.
Si el niño o niña es menor de 6 meses conviene que tome solo leche materna. Ésta se le puede administrar con una cucharita ó vasito, siendo preferible este último por su rapidez. Los bebés son capaces de beber de él con mucha facilidad, aún los más pequeños.
El vaso es preferible al biberón como forma de proporcionar la leche, por varios motivos, entre los que figuran su limpieza más fácil y la menor probabilidad de que el niño o niña se acostumbre a biberones y rechace el pecho. Esto último es más probable que ocurra en los bebés más pequeños, menores de 2 meses. Después de esa edad, puede ocurrir, aunque es más
raro. En cualquier caso, se deberá seguir el método que indique la madre.
Generalmente la madre amamanta al bebé justo antes de dejarlo en el centro, o incluso puede hacerlo allí mismo, antes de marcharse, y si lo desea, también al recogerlo.
La leche materna extraída se administrará al niño o niña cuando éste dé señales de tener hambre, hasta que muestre signos de saciedad, y tantas veces como lo pida.
Es frecuente que los niños y niñas acepten tomar la leche de mano de la persona que cuida cuando no lo hacen de su madre, de la que prefieren el pecho. No es necesario por tanto acostumbrar al niño o niña con antelación a que tome la leche extraída, sino que es preferible que sea amamantado hasta el último día, y empiece a tomar leche extraída solo cuando la madre ya no pueda estar con ella o él, el mismo día que empiece a asistir al Centro.


Algunos niños y niñas optan por dormir mientras sus madres no están. Luego recuperan el “tiempo perdido” cuando vuelven junto a ellas, por la tarde y por la noche. Muchas madres encuentran que pueden descansar lo que necesitan y a la vez satisfacer las necesidades de contacto físico y de leche materna de su hijo o hija, durmiendo en la misma cama con él o ella, compensando la obligada separación del día. Esta práctica no perjudica la salud física ni mental de la madre ni del niño o niña.
A partir de los 6 meses, se puede dar una ó varias tomas de alimento complementario mientras el niño o niña permanece en el centro, continuando con pecho a demanda cuando esté con la madre.
En el caso de que no se disponga de leche materna extraída, es preferible, en el bebé amamantado menor de 6 meses, adelantar la alimentación complementaria a los 4 meses en lugar de dar fórmula artificial.
En cuanto a la cantidad a ofrecer al niño o niña, es muy variable. Al principio se ofrecerá una cantidad pequeña, por ejemplo unos 50 ml, aumentando de 50 en 50, hasta que el niño o niña quede saciado. De este modo se puede conocer qué cantidad prefiere cada niña o niño para las tomas sucesivas. Si el bebé ha tomado poca cantidad, luego suele recuperar cuando está con su madre, y puede mamar a demanda.
Conservación y manipulación de la leche materna
La leche recién extraída y guardada en un recipiente cerrado se mantiene a temperatura ambiente de 25º C o menor, durante 8 horas, y en el frigorífico a 4º C o menos, durante 48 horas.

La leche congelada se conserva durante:
2 semanas en congelador incluido dentro del frigorífico
3 meses en el congelador de puerta separada del frigorífico
6 a 12 meses en congelador con temperatura de -18ºC o -20 ºC
Para descongelar la leche es preferible hacerlo de forma rápida, introduciendo el recipiente cerrado en agua caliente o tibia, o bajo el chorro de agua caliente. Conviene agitar el envase a menudo para que se iguale la temperatura. No se debe hervir ni calentar en microondas.
No es necesario que alcance temperatura elevada, sino que basta con que esté tibia.
La leche que ha sido descongelada y calentada se conserva a temperatura ambiente durante 1-2 horas, o en el frigorífico hasta 24 horas. Estos tiempos son aproximados.
No se debe volver a congelar la leche que ha sido descongelada.
La leche que sobra de una toma se debe desechar.















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